miércoles, 21 de febrero de 2018

historia de la mujer dominicana



INTRODUCCIÓN

Largas jornadas de sacrificio y abnegación caracterizan la vida de las dominicanas. Para alcanzar el sitial que hoy ocupan, debieron escalar por una controversial montaña de trasformaciones políticas, privaciones económicas y una constante desvalorización de su poder.

Históricamente el ritmo de
desarrollo de la mujer dominicana estuvo apegado a los vaivenes que en cuanto a la implementación de leyes que protegieran y reivindicaran su género, se efectuaron a escala mundial.

Los logros sociales, intelectuales, culturales y políticos conseguidos por las dominicanas con sus luchas, definidas muchas veces por el género opuesto como irracionales, han caído como gotas de miel en un terreno tradicionalmente salobre. Generación tras generación, las dominicanas recibían de sus madres las costumbres que una buena ama de casa debía poseer, y el saber que acoge a la sumisión, como el camino perfecto hacia la redención espiritual, limitado por los cánones católicos cosechados en el país desde la época de la
colonización.

A mediados del siglo XIX, la clase femenina del país recibía con abnegación y humildad las frases intelectuales que las comparaban con la madre de Jesucristo (un ser lleno de amor puro e incondicional); al tiempo que las usanzas de la época, las ataban a su mortal inferioridad, por ser ellas "las causantes de la propagación del pecado". Esta ambigüedad de sentimientos y creencias ponían en duda la capacidad de raciocinio e igualdad de la mujer frente al hombre.


 
REGLAS GENERALES 

376. La República Dominicana es parte de diversos tratados internacionales relativos al respeto de los derechos de la mujer y su desarrollo en la sociedad. Entre ellos encontramos la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer. 

377. El artículo 1 de esta Convención señala que "(p)ara los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta basada en su género, que cause daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado".

Durante el embarazo y hasta tres meses después del parto, la trabajadora embarazada no puede ser desahuciada, por lo que se reputa como nulo el desahucio ejercido contra la mujer en tal condición. Tampoco puede la mujer en estado de gestación, ser despedida de su trabajo por el hecho del embarazo; es nulo todo despido que se ejerza contra una trabajadora protegida por la maternidad por su estado de embarazo; sin embargo, en el caso de que la trabajadora cometa faltas de las contempladas en el art. 88 del código de trabajo como causa de despido, el empleador deberá someter el caso a la Representación Local de Trabajo correspondiente, a los fines de que se haga la investigación de lugar para determinar si dicho despido tiene lugar por el hecho del embarazo.

En el caso de que el empleador despida a una trabajadora durante el embarazo y hasta seis meses después del parto, sin observar el requisito de someterlo previamente a las autoridades de trabajo, deberá pagar a esta, además de sus prestaciones laborales, una indemnización por la suma equivalente a cinco salarios ordinarios. Esto se impone, al calificar el despido de injustificado, independientemente de la falta cometida por la trabajadora.

No se admite la renuncia de la trabajadora protegida por la maternidad,  ni se asimilan acuerdos entre el empleador y la trabajadora que impliquen la pérdida del trabajo,  por ser tales acciones contrarias a las disposiciones de orden público que se imponen a la voluntad de las partes y que persiguen la estabilidad en el empleo de la mujer embarazada; protección esta que cae dentro de los derechos irrenunciables de los trabajadores por ir dirigida en beneficio de la maternidad.




LA MUJER COMO AGENTE DE CAMBIO

Escribir sobre el papel femenino en la historia dominicana requiere de criterios precisos y una visión de género distinta para abordar el tema de un modo adecuado. Ángela Hernández comenta que al escribir el libro “La mujer en la historia dominicana” fue preciso ver la historia desde un punto de vista no ortodoxo, dejando de lado el enfoque de las de relaciones de poder que se dan y las acciones fundamentalmente masculinas que siempre son destacadas.
“La historia está casi siempre definida por lo que han hecho los hombres, y también tiene un enfoque a veces muy belicista, donde lo importante son las batallas, las contiendas, las campañas militares, quién obtenía el poder; sin embargo, el movimiento social configura también la memoria, el imaginario de un pueblo, una consciencia, una sensibilidad, y eso se va marginando en los documentos”, dice.
No hay dudas de que la historia de las mujeres dominicanas apenas comienza a esbozarse y el libro de Hernández e Inoa es un boceto apenas, una excusa para estimular a otras personas a profundizar, a tomar aspectos específicos y trabajarlos a profundidad. No sólo se debe ver la participación política y ciudadana, también las artes, la literatura, la educación, la salud, el deporte la producción y economía, la fotografía, y muchos aspectos más.
EJEMPLOS CONCRETOS

Desde Salomé Ureña hasta las hermanas Mirabal, la historia nacional está cargada de figuras sobresalientes y muy humanas, aunque en muchos casos estuvieran rodeadas de mitificación. Siempre se destacan las mismas mujeres en la historia, pero observando el libro “La mujer en la historia dominicana” se descubren cientos de rostros desconocidos, pero que guardan historias de verdadera significación y empeño constante. No están todas las que, quizás, deberían, pero sí una buena cantidad.
El libro trata de mostrar el movimiento que en la sociedad fueron trazando las mujeres a través de su incursión y sus aportes en todas las áreas de la esfera pública. Se destaca por ejemplo que en la década del 40 existieron equipos femeninos de béisbol tan polémicos, que en Barahona y Moca hubo intensos debates en los medios de comunicación sobre estas mujeres deportistas.




EDUCACIÓN

Igualmente hubo evolución en la educación. Esta se complejiza en las mujeres, y se amplía en términos cualitativos y cuantitativos. Desde la primera mitad del siglo se ve el papel preponderante de las maestras que se formaron con Salomé Ureña y su visión, enlazada al método hostosiano. Mujeres que salieron a formar escuelas de la mano del Club Nosotras, una especie de vanguardia cultural que se gestó y que es uno de los conglomerados femeninos más importantes.
El Club funcionaba desde la década del 30, agrupando a mujeres intelectuales de vanguardia en ese momento, pintoras, escritoras, maestras. Existía en Santo Domingo y lo forman un grupo de mujeres entre las que destacan Celeste Woss y Gil y Abigail Mejía, mujeres que venían haciendo historia desde Salomé. El club apadrinada exposiciones como la primera de Yoryi Morel y las conferencia de Pedro Henríquez Ureña cuando venía al país. Era sitio de reunión de toda clase de intelectuales.

PROCESOS QUE HAN ESTADO GUIANDO A LA MUJER DOMINICANA DESDE 1881


Año 1881, comienza en Santo Domingo, República Dominicana, el Instituto de Señoritas, dirigido por Salomé Ureña de Henríquez junto con el ilustre maestro Eugenio María de Hostos.
l Instituto continuaba los esfuerzos de am­bos por “formar un ejército de maestros que, en toda la República, militara contra la ig­norancia, contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie, como maes­tros de la verdad y verdaderos iluminadores al camino del bien” (Camila Henríquez Ureña).
El Instituto formó tres promociones de maestras (1881-1893) y llegó a ser, según frase de Hostos:

“el alma de una gran mujer hecha institu­ción, y, que al hacerse conciencia de la mujer dominicana, puso en favor de la obra de bien la voluntad, primero de todas las mujeres de la República, y la conciencia, después, de la sociedad entera”.
Que el Instituto era algo más que un centro de educación superior lo confirma el emocionado testi­monio de Eugenio María de Hostos:
“Gracias a la sinceridad de su enseñanza y al cariño realmente maternal como trataba a sus discípulas, formó un discipulado tan adicto a ella y a sus doctrinas, que bien puede asegu­rarse que nunca, en parte alguna y en tan poco tiempo, se ha logrado reaccionar de una ma­nera tan eficaz contra la mala educación tra­dicional de la mujer en nuestra América Latina y formar un grupo de mujeres más in­teligentes, mejor instruidas y más dueñas de sí mismas, a la par que mejor conocedoras del destino de la mujer en la sociedad”. (Camila Henríquez Ureña).



CONCLUSION
En cada trecho de libertad que hay en el país, la mujer dominicana tiene una cuota ganada por depositar su corazón para fortalecer el espíritu emprendedor y luchador en los diferentes contextos tanto sociales, económicos, políticos y científicos.
En esta ocasión, se hace un recorrido al pasado en compañía de diferentes especialistas en historia y otras áreas para conocer otros ángulos de esas mujeres que han confiado en la libertad, la democracia y la educación hasta su último latido.
Juan Núñez, especialista en Ciencias Sociales y catedrático universitario, afirma que la mujer ha tenido una participación destacada, y de primer orden, principalmente en los procesos de independencia en los cuales ha luchado para lograr un país con verdaderos espacios democráticos.






BIBLIOGRAFIA



   

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